Antes de que existieran las consolas en casa, los arcades eran el epicentro de la emoción, la competencia y el entretenimiento digital. A partir de los años 70 y durante toda la década de los 80 y principios de los 90, miles de jóvenes (y adultos también) se reunían en salas de videojuegos para desafiar récords, pasar niveles imposibles y vivir la magia de los 8 y 16 bits en pantalla gigante.

Las máquinas arcade no solo ofrecían gráficos impresionantes para su época, sino que también venían con controles físicos robustos: palancas, botones, volantes, pistolas de luz o incluso plataformas de baile. Títulos como Pac-Man, Donkey Kong, Street Fighter II, Mortal Kombat, Metal Slug o Dance Dance Revolution se convirtieron en leyendas, no solo por su gameplay, sino por la forma en que reunían a la gente alrededor de una pantalla.

Pero lo que muchos no saben es que los arcades también jugaron un papel cultural importantísimo. Eran un punto de reunión, casi como un mini club social sin membresía. Ahí se forjaban amistades, se retaban rivales y se aprendía a perder con estilo… o ganar con mucho orgullo. Además, cada ficha o moneda invertida no era solo por jugar: era por pertenecer.

Con la llegada de las consolas de sobremesa, los arcades comenzaron a desaparecer poco a poco. Sin embargo, su legado no murió. Hoy, gracias a la cultura retro, los coleccionistas, y los fans que crecieron en esas salas, los arcades viven una nueva era. Existen bares retro (los famosos barcades), torneos underground y hasta máquinas modernas que traen decenas de clásicos en una sola unidad.

Y sí, el coleccionismo de arcades también es una realidad. Hay quienes restauran máquinas originales, cambian sus pantallas, reacondicionan controles o incluso mandan hacer sus propios gabinetes personalizados. El valor emocional y nostálgico de tener una máquina en casa es algo que solo los verdaderos gamers retro pueden entender.

Así que si alguna vez soñaste con tener tu propia máquina de The King of Fighters en la sala o aún recuerdas el olor a pizza y sonidos de “Insert Coin” de tu infancia… no estás solo. El espíritu arcade sigue vivo, un botón rojo a la vez.